Buenas tardes, queridos todos. Hoy he estado reflexionando, y ya sabeis por experiencia que cuando eso ocurre, toca entrada nueva en el blog :o)
Hoy es a cuenta de los niños grandes.
Es curioso cómo cuando eres joven, la gente mayor te impresiona.
Les ves revestidos de sabiduría y autoridad, y te parece que tienen respuesta para todos los problemas aparecidos o por aparecer. Luego, cuando vas creciendo, te das cuenta de que la mayoría de esa gente no tiene conocimiento especial alguno, sólo que aparentan con aplomo que sí saben lo que hay que hacer. Siguen siendo como adolescentes, pero con arrugas y depósitos de grasa. A mi edad, con casi 40, me he dado cuenta de que realmente nunca llegamos a madurar en algunas cosas, sino que racionalizamos las respuestas, cuando de jóvenes pretendíamos imponer nuestro criterio. Que algo hemos aprendido, pero no tanto como parece. Lo que sí se nota claramente es el carácter: a unos nos atempera, a otros les entra la sangre en ebullición con más facilidad cuanto mayores se vuelven.
De momento no me siento vieja, porque soy capaz de hablar con total naturalidad con gente 10 ó 20 años más joven que yo, pero sí que les ves con otros ojos. Pobrecillos, lo que les queda por sufrir.
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