01 agosto 2011

Cosas que no entiendo

Hola chicos,

estos días estoy como descentrada, y es que pasan cosas en el mundo que no entiendo. No hablo del hambre, ni de las guerras, sino de las cosas de a pie, y me explico.

No me cabe en la cabeza, por ejemplo, que en un barrio céntrico y multicultural de Madrid la gente corriente se enfrente a la policía cuando se quieren llevar a un delincuente. ¿No es su trabajo, proteger a los buenos de la sociedad cuando hay un elemento que no se ajusta a las leyes del resto? Pues una de dos: o en Lavapiés la gente es gilipollas, o les han lavado el cerebro con lo de que la poli sólo se lleva a los inmigrantes. Perdonen, señores, si les hago una anotación: sólo se llevan a los que delinquen. Si a ustedes no les importa vivir entre maleantes, hay gente en el resto de la ciudad - a los malos les suele gustar pasearse - a los que sí nos tiene preocupadillos que anden sueltos ladrones, violadores, agresores y otros maleantes, así que hagan el favor de pensar un poco con la cabeza... o invítenles a sus casas a que roben o peguen o violen.

Otra cosa son los anuncios. Desde hace una semana veo a diario los carteles de una marca a la que no pienso hacer publicidad, en la que sale una preadolescente vestida, peinada y maquillada como un bien estudiado objeto sexual de los que algunos elementos nocivos para la sociedad van a buscar a países en vías de desarrollo con legislaciones más laxas. Lo que no entiendo es si esa campaña va dirigida a las niñas que quieren hacerse las mayores, en cuyo caso es de pésimo gusto, porque la imagen final es la que daría una prostituta de 12 años, o a las madres que quieren ver a sus hijas "colocadas" y con un porvenir al lado de un hombre (como mínimo) 20 años mayor , o si va a los mismos pederastas, para que vayan haciendo ajuar para las niñas que tienen pensado pervertir. No lo entiendo, de verdad, y mira que me gustaría.

Por favor, publicistas, pederastas, delincuentes madrileños nativos o foráneos y vecinos de Lavapiés: un poco de urbanidad y buen gusto, que no duele.

Qué decadencia la de nuestra sociedad.

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