12 marzo 2011

Concentrados, como los futbolistas

Hola chicos!!!  Qué tal todo? A mí me han tenido esta semana un par de días concentrada, pero no de estar super atenta, sino como hacen con los futbolistas: recluida con mis compis.

Es bonito esto que hacen de que nos conozcamos todos y nos hagamos amigos, pero me temo que en mi caso, un poco fútil. Tuvimos una dinámica de grupo en la que al final nos sentábamos todos en corrillo y abríamos nuestro corazón a los demás. Todo el mundo decía lo que se llevaba de positivo de aquéllo,  y a mí siempre me pasa lo mismo, no sé si decir lo que pienso o no porque si lo dices, malo... y si no lo dices, peor porque no te abres como el resto. De modo que yo hice lo que considero correcto, intentar expresarlo sin herir a nadie. Eché mi discurso lo mejor que pude y la verdad es que lo hice bastante condensado y elegante, pero aún así hubo quien torció la cara. No se puede tener todo en la vida. ¿Que qué dije? Pues que a mí me gusta cambiar... que me gusta MUCHO cambiar, que yo tengo asumido que soy nómada y no me implico demasiado con la gente, que lo hago conscientemente porque luego me voy y lo paso fatal, y que son tan buena gente que me dan ganas de quedarme. Hasta aquí puedo leer. Lo que no dije es cuánto tiempo me dan ganas de quedarme, eso tocó a la hora de las copas  ;oPP  La gente no comprendía mi punto de vista, piensan que es inmadurez y que en cuanto algo no me gusta, me voy. Cuesta explicarles que me involucro mucho en mi trabajo, que voy motivada desde casa y que lo único que necesito es un pequeño margen de maniobra y un jefe que me trate con respeto. Respeto para no irme, cariño y saber hacer para quedarme, son las cualidades que han de tener mi jefe y compañeros. En este caso cuento con la gran fortuna de que mis compañeros me conozcan y me quieran, pero mi jefa es harina de otro costal. Supongo que su trabajo lo sabe hacer bien, pero un jefe siempre tiene dos líneas de competencia: sus funciones propias más la supervisión de personal. Un coordinador que no sepa tratar a la gente está abocado al fracaso, porque tu grupo es el que sostiene tu trabajo, y si el equipo falla, todos fallan. Esto es lo primero que deberían inculcar a cualquiera que tenga una sola persona a su cargo, pero desgraciadamente es lo más difícil de encontrar. No digo ya que te aprecie, ni en muchos casos que te valore, sino que sepa tratarte, cómo tiene que decir las cosas para conseguir lo que quiere de ti, y sobre todo, en mi caso concreto, dejarme el espacio suficiente para no asfixiarme. No pido mucho, sólo respeto y profesionalidad, pero es muy difícil de encontrar.

Les contaba mi caso, y me decían que me quedara por lo menos un año. La cantidad de sitios en que puedo haber trabajado en un año no se la figuran. A mitad de la conversación me preguntaron si trabajo bien, y yo contesté con toda honestidad que eso lo tienen que decir mis compañeros, no yo. Si yo les resulto de ayuda o una carga, si me compenetro con ellos y les apoyo en momentos de dificultad o soy un estorbo lo tiene que decir ellos. Es un concepto que mucha gente no tiene, y seguían insistiendo, así que les puse un ejemplo para ilustrar mi conducta. Hace tres empleos estuve en una empresa pequeña que se dedicaba a las reformas y mantenimiento de edificios. Yo llevaba bastante en paro porque necesitaba un descanso después de 9 años trabajando sin parar, así que por hacerle un favor a un familiar acepté trabajar allí. Era media jornada y en principio no me suponía dificultades con el colegio de la niña, así que acepté. Entré cobrando 500€ al mes -en esta parte todos protestaron porque era muy poco dinero- pero yo me esforcé, como siempre hago. No conocía nada del sector, tenía que manejarme con personal de obra, que suelen ser levantiscos, y además siendo inexperta y mujer. Tenía que coordinar su trabajo y gestionar el control de horas, la atención al cliente, negociación en caso de insatisfacción, y facturación. Todo el proceso completo. La empresa era de dos socios, y yo no sé decir si lo hacía bien o mal, pero yo siempre me parto el lomo trabajando, y doy todo lo que puedo y hasta un poco más. Cuando llevaba un mes allí, mi jefe me llamó al despacho y yo me temía algo negativo, porque reunión en el despacho suele ser sinónimo de bronca. Empezó diciendo que no era cosa suya únicamente, sino decisión conjunta de los dos socios, que estaban de acuerdo ambos y que era una decisión importante que habían tomado entre los dos. Que no estaban contentos con mi trabajo... y yo aquí empecé a levantar la ceja... sino CONTENTISIMOS, que me iban a subir el sueldo por mi desempeño y que en principio no sería mucho, pero que mi esfuerzo había que valorarlo y premiarlo. Me subieron a 800€/mes. Yo seguí aprendiendo y trabajando lo mejor que supe, y dos meses más tarde volvieron a subirme el salario a 1000€/mes. Recordemos que mi jornada era de 6 horas al día. La cuestión no es la subida de sueldo, porque mi motivación principal no es el dinero, sino hacerlo lo mejor que pueda y aprender lo más posible, conocer  todo el proceso y sentirme libre para poder tomar decisiones razonadas si la situación lo requiere. Aquellos jefes, que ya tenían edad y experiencia para conocer a la gente y a sus empleados, reconocieron que soy algo extraordinario y me valoraron. No en todos los sitios tiene uno tanta suerte. Lógicamente me preguntaron por qué me fui, y la respuesta es sencilla: porque tengo principios. Yo fui a guardarle el puesto a un familiar, no a quitárselo, y es inaceptable para mí cualquier otra situación.

Espero que con esto me hayan comprendido un poco mejor, pero nunca puede uno hacerse demasiadas ilusiones.

Desde luego que la vida es maravillosa.

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