03 agosto 2007

El mosquito tigre

Me tienen acribillada. Vamos, que hacía años que no me picaba un mosquito porque yo tomaba todo tipo de precauciones y mi casa permite dormir con las ventanas cerradas en verano, pero como este año hace un calor que no hay quien pare nos hemos relajado y claro... tuvo que ser justo cuando aparece una plaga de mosquitos tigre. Si es que tenemos la negra.

Yo que para los humanos hace tiempo que dejé de ser bocatto di cardinale (excepción hecha de mi esposo, menos mal), pues para los bichos en general y los insectos en particular se ve que soy el óptimo de sus grados de humanos proveedores, porque no se conforman con picarme una vez y marcharse a otra cosa, no. Si entra uno, me pica siete veces. Y mira que me pongo pegatinas de citronella y de todo, me apesto de Autan y lo que haga falta para ahuyentarlos, pero la atracción es fatal y amanezco que hay que verme. Y a esto se une que soy un pelín alérgica... o sea que me despierto a las tres de la mañana con esa maravillosa sensación en la piel de la picadura de avispa, una quemazón intensa en los brazos (sólo me pican ahí, fíjate), y es por culpa del mosquito tigre. Como te coja un día, cabrón, no lo cuentas.

Y ahí me tenéis a mí, todo el día arrastrando las consecuencias del mal dormir, de los habones y de la reacción alérgica del anticoagulante del tigre africano éste que se me cuela por la noche para sacarme la sangre furtivamente. Por cierto, que después de darme mil potingues para dejar de rascarme me he acordado de un ungüento que tenía en casa que por fuerza tenía que funcionar... y mira, sí. ¿Lo adivináis? Bálsamo de tigre ;o)

La vida es maravillosa cuando la naturaleza de adora hasta el punto de querer devorarte.

No hay comentarios: