Hola gente :o)) ¿Qué tal va la cosa?
Yo, con eso de que estamos ya en la previa de las vacaciones de verano, trabajando como una mula entre la casa, la niña, intentar inscribirme a una oposición -parece más fácil de lo que es, y en mis ratos de ocio, darle vueltas a lo que quiero hacer con mi vida.
Esto es algo nuevo para mí. Lo de la incertidumbre, digo. Si tengo un pecado grande es el de tenerlo siempre todo muy claro. Eso -por lo visto y sufrido- cabrea a la gente. ¿Por qué? Pues mira, no lo comprendo, será porque pocos tienen claras las cosas, o que les molesta que yo sí las tenga porque eso supone que me creo más lista que el común de la tropa, pero allá cada cual. Como si me sobrara el tiempo para ponerme a pensar en las pajas mentales ajenas.
El caso es que desde que tengo uso de razón siempre he tenido un objetivo, y cuando lo alcanzaba me ponía otro más ambicioso... y así he llegado al día de hoy. Ahora no tengo una meta, sino tres o cuatro, y no sé qué camino elegir. Por una parte, no estoy acostumbrada a hacer las cosas despacio. Yo tenía mi sistema, de locos igual, atropellando y sin pensarlo mucho, pero mío. Y el caso es que me funcionaba, pero ahora ya no me sale de dentro, no sé cómo explicarlo, pero me veo muy mayor para ir a la carrera y tirando de unas fuerzas que ya no sé dónde están para superarme en momentos en los que me planteo para qué sirve todo al final. Y eso de seguir tu vocación está muy bien para los idealistas, pero yo, que tengo mi título de Licenciada colgado de la pared sin haberlo usado nunca, voy empezando a pensar que es más interesante comer a diario que hacer lo que a uno le gusta en la vida.
A estas alturas estaréis pensando que tengo la cabeza a las tres menos cuarto, pero no. Por ejemplo, y para exponerlo mejor: me he puesto a meditar sobre las cosas y he descubierto que de mayor quiero ser protésico dental. Pero también quiero montar un negocio. Y al mismo tiempo tengo en cartera la oposición, sin olvidar la joyería, que de mayor quiero hacerme mis propias cosas para que no me pongan la cara de susto cuando enseño mi dedo y les digo que me pongan algo que me sirva. Pues estoy con todo esto en mente, y claro, me cuesta mucho decidirme. Y podría recurrir a esto que hace mi hija mucho de "JOOOOOOOO, NADIE ME AYUDAAAAA", pero como de todas formas no me dejo aconsejar... Vamos a ver, si yo recibo con mucho gusto las opiniones ajenas, lo que pasa es que casi nunca hago caso y eso normalmente desmotiva. Pero por otra, me veo ya con edad de decidir algo para jubilarme haciéndolo, porque en este país -no sé en el resto- no te facilitan el cambiar radicalmente de profesión cada diez años, que es mi ideal laboral. Ya lo he contado alguna vez, si fuera por mí cada tres meses cambiaría de puesto, cada seis de empresa y cada 10 años, de profesión. Pero esto, que es interés renacentista por todas las disciplinas del saber, la gente se lo toma como rechazo y veleidad, síntomas de un carácter voluble e irresponsable. Si supieran lo que me canso de hacer cada día lo mismo... Como la mayoría de la gente, me diréis, pero no. Más. Me quemo mucho porque siempre me esfuerzo al máximo con todo y con todos. Cuando me doy cuenta del desinterés, la desidia, la pereza o la mala fe ajenas se me caen los palos del sombrajo. Ojalá se pudiera hacer lo que a mí me gusta.
Así que, amigos, así me veo. Hasta que llegue el momento en que tenga que tomar una decisión y todas mis dudas se resuelvan no sé qué hacer primero, y si intento ir a todo a la vez, estoy perdida. Seguro que al final me las arreglo para salirme con la mía, pero cada vez me cuesta más.
¿Qué os parece? ¿Tan mal lo tengo?
En fin, que la vida es maravillosa. Y a veces, mejor.
08 junio 2009
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