07 abril 2008

I'm Back... GET READY.

Bueno amigos, aquí estoy de nuevo. Sólo han tardado un mes y medio en portarme las líneas, pero desde este momento me siento feliz porque, por fin, puedo hacerle un corte de mangas en toda regla a los cabrones de la Timofónica. QUE OS DEN POR EL CULO CON UNA CAÑA RAJADA. He dicho :o)

Muchos me han preguntado por el último episodio con la des-atención al cliente de Vomistar-Timofónica (ahora ya son uno sólo). Todo ello es rigurosamente cierto. No sólo me han puesto mil pegas, como cualquier otro operador- supongo- para liberar mis teléfonos, sino que me han rechazado la portabilidad del móvil y del fijo porque, según ellos, "los datos del titular no corresponden con los facilitados". Vamos, que mis líneas fija y móvil, que llevo pagando religiosamente tantos años y cuya factura llega puntualmente a mi domicilio, me las estaban cobrando por la cara porque en realidad no son mías, sino de mi vecino el del cuarto al que yo, generosa que soy, le subvenciono las comunicaciones. Tócate los huevos, Nicolás.

En fin, que bien está lo que bien acaba pero ahora, con perdón de los coleguis a los que después de seis años y pico he estado tratando y que son grandes profesionales, SON TODOS UNOS HIJOS DE LA GRAN PUTA. Si a mí, que trabajaba dentro, me han hecho todas estas perrerías, no me quiero ni figurar lo que padecen los de fuera. Así se hunda y acaben todos sus directivos como los inversores del Crack del 29. Por bastardos que son >:o(((((

Y ahora que ya me he liberado de la ominosa y malsana relación que me jodía la vida, la salud y el carácter... HE VUELTO. Más dañina que nunca. Se van a cagar, jejejejeje >:DDDD

Para empezar, tenía que informaros de mis intenciones. No vaya a ser que alguien se asuste, aunque lo dudo mucho si ya me habéis leído alguna vez. Lo siguiente es la campaña de desprestigio a la que me he visto sometida como persona y empleada por parte de Telefónica Móviles España, S.A. Prometí no hablar de ellos, pero en el trato no se incluía que me llamaran, además de todo lo anterior, ladrona. Así que vamos allá.

He sufrido acoso laboral desde el primer año de trabajar allí, lo que suponen otros 5. Durante el último, y hasta que me desvinculé, he estado tomando antidepresivos, hipnóticos para poder dormir, sedantes... Dormía entre 3 y 4 horas al día, y eso cuando pegaba ojo. Me despertaba otras tantas veces a lo largo de la noche; se me caía el pelo a mechones; se me descontroló todo el sistema endocrino y hormonal, por lo que pasé cuatro meses sin tener el periodo; y al final, como guinda, hasta he empezado a desarrollar diabetes. De todo ello informé a mis superiores, y lo demostré con papeles sin cuento, negro sobre blanco.

La causa también: mi ex-colega Matías Labrador Egea, cuyo puesto era contiguo al mío, pasó 8 meses sin dirigirme la palabra porque yo no soy fumadora; comenzó un hostigamiento que él personalmente se encargó de dirigir y controlar, con la inestimable ayuda de Ester Redomero Paredes y de José Juan Gil Llorente, a resultas de la cual yo - que era la única que daba el callo en toda la jefatura- también era la que se llevaba todas las broncas por "no haberme adaptado al grupo". Según el tal Matías, yo me acostaba con el médico para que me diera las bajas por enfermedad y mi marido es un hijo de puta por ser vasco. Cuando puse todo esto en conocimiento del señor Gil, su respuesta fue que yo probablemente estaba malinterpretando una serie de bromas, y que no le diera más importancia. El día que una persona que subcontraron por ett para quitarnos carga de trabajo comenzó a enviarme sus tareas me quedé sin palabras, pero cuando esa tía se dedicó a gritarme en medio de la planta, ante mi jefe y los demás, porque yo no había querido atender una llamada de ella -que descolgaba el teléfono para no tener que contestar y que la gente me llamara a mí... Ese día marcó un antes y un después. Pedí traslado, y no me lo dieron. Pedí respeto, y tampoco. Pedí intervención de Gil y de Miguel Marín, que era mi director, con resultado nulo. Pedí ayuda a la UGT, y el enlace que trabajaba en mi unidad, Antonio Darriba Pinilla, me dijo que todo aquello no era acoso y que yo tenía problemas de autoestima. Hablaron con el número dos del sindicato en la empresa, Miguel Ángel Laporta, y su intervención fue decisiva: le pidió a mi jefe que me convenciera para pedir una baja porque yo estaba muy mal. Mi jefe me transmitió el mensaje, pero con la condición de que mi ausencia terminara el 31 de didiembre de 2007, porque a la tía de ETT se le acababa el contrato y claro, yo dejaba la unidad en cuadro si seguía en casa.

Todo esto, y más cosas que no os cuento, he tenido que aguantar durante mi último año y medio en la Telefónica de los cojones. Ahora lo puedo decir bien a gusto: me vais a hacer un cunnilingus que dure ocho días. Inútiles, bastardos, gays en el armario y gente de baja estofa surtida, os voy a escupir en un ojo, uno por uno y en fila india. Para que aprendáis a tocarme los ovarios.

Y ahora puedo decir bien a gusto: borrón, y cuenta nueva.

Como sabéis, porque yo lo cuento todo, ya duermo fenomenal, me siento feliz y enamorada de la vida y del amor, pero lo de la diabetes para mí se queda. Tengo tantos partes médicos y tantas recetas de medicamentos que tomé a lo largo del tiempo que podría demandarles sin más, y que se jodan y paguen, pero eso tampoco me alivia. Lo que realmente pone las cosas en su sitio es poder contar cómo pasaron, no cómo yo las viví sino lo que vieron todos los que estaban allí y cerca, cómo nadie hizo nada de lo que debía y cómo decicieron que yo vendría muy bien como cabeza de turco. Y los responsables, de rositas. Pues mira, no. A cada uno lo suyo. Y quien se atreva a decir que no es cierto lo que cuento, que me lo diga en la cara. A mí que me ha costado seis años de mi vida, uno de noches en blanco, y una enfermedad crónica e incurable. Que venga, que lo vamos a hablar bien clarito.

Y ahora, los títulos de crédito. Gracias, Óscar, porque tu apoyo supone mucho para mí, más aun cuando has sufrido en tus carnes cosas muy parecidas a las que yo cuento. Gracias a los que al menos no interfifieron para joderme más, porque parece surrealista pero era muy fácil ver si aquello pasaba de verdad o no. Gracias a Telefónica porque ahora puedo decir que ha estado permitiendo que cientos de casos como el mío tengan lugar, y que se sepa tal vez cambie las cosas.

El conocimiento es poder. Sólo hay que saber cómo utilizarlo ;o)))))

Y, ahora sí, LA VIDA ES TOTAL Y ENTERAMENTE MARAVILLOSA :o))))))

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