03 octubre 2007

Que Dios nos coja confesados

Y nunca mejor dicho. El otro día hablaba de médicos nefastos, pero es que lo de ayer parecía de chiste: Esto es una que llega al médico de la empresa y dice "Doctora, estoy mareada y tengo ganas de vomitar". El médico le toma la tensión, le pincha en el dedo para ver la glucosa... y le ofrece un valium!! Jaaaaaaaaaajajajajajajajaja. Os lo juro, tan cierto como que tengo una hija :o)))

Por cierto, lo que tenía era una gastroenteritis, pero como los tratamientos se parecen es normal que se equivocara un poco. Pero casi acierta, ¿eh? ;oPP

Vamos, vamos. P'a habernos matao, que decía el otro. Yo estaba tan malita que ni me puse a buscar la cámara oculta, pero os recomiendo que nunca jamás en vuestra vida se os ocurra poneros malos en el Distrito C. Vaya tela. Y claro, luego lo cuentas y la gente cree que te lo estás inventando, que tienes una imaginación calenturienta o que eres una cachonda mental, pero es que lo que no me pase a mí, no le pasa a nadie, no me jodas.

En fin, pero la segunda parte del día de ayer fue mucho más emocionante y emotiva. Yo, como mujer adulta y responsable que soy, voy educando a mi hija (a pesar del mal rollo que le da al padre) en la idea de que no somos inmortales. Esto lo decidí después de que uno de sus gusanos de seda se muriera y agarrara un berrinche de tres horas. Hay que ir familiarizándose con el concepto, porque llegan a mayores y hacen todo tipo de locuras precisamente porque no se les ha ocurrido pensar que se pueden matar. Pues yo a mi hija le adapto el discurso a su edad, claro, pero no cometo el error de tomarla por tonta porque ante la menor incoherencia te da la vuelta a la historia y te deja con lo puesto.

Decía que ayer, no sé a santo de qué, estuvimos hablando de este tema, que los viejecitos se tienen que morir para que nazcan los seres nuevos, porque todos en el mundo no caben a la vez, y que yo no me iba a morir hasta que ella fuera viejecita. Y de momento la niña se quedó pensando y me dice: "¿Cuánto de viejecita, mami?" "Pues mucho", le digo yo, "cuando tenga 90 años o así". Y ella hizo ahí sus conexiones mentales y me dice: "Mamá, y cuando yo sea viejecita ¿qué nieta voy a tener?"

Con cuatro años que acaba de cumplir la criatura, y ya tenemos estas conversaciones. Vamos, que entre una cosa y otra, mi último pensamiento del día fue ése precisamente: que Dios nos coja confesados ;o)))

Los niños hacen que la vida sea maravillosa.

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