14 agosto 2007

Joder con las vacaciones

Desde luego... hay veces en que pienso que realmente seguimos en los años 70 y que no hemos avanzado nada desde entonces.

Voy a por el pan. Cerrado por vacaciones del 1 al 31 de agosto. Me acerco a la carnicería. Lo mismo. Vale, pues me voy a encargar los libros del cole de la niña, que luego me pilla el toro. Idem. Los he tenido que pedir por internet a La Casa del Libro, que son mi salvación porque si no lo tienen te lo buscan. Y no hablemos ya de los perecederos básicos ... Vamos, que si fuera por ellos nos quedábamos todo el mes con un trozo de pan duro en la despensa y una tira de cecina, hale, a ponerse con la operación bikini. Hay que joderse.

Y luego querrán recuperar el comercio minorista y de barrio, es que vamos, que me dan ganas de reirme... en cuanto me he acordado de los difuntos de unos cuantos tenderos, claro.

Total, que tiro por la calle de enmedio y me voy al terrorífico hipermercado, donde por cierto tienen de todo aunque te doren menos la píldora y ¡magia!, no cierran en agosto. Y allí cojo lo que me da la gana, no le tengo que aguantar la plática a un señor aburrido de estar todo el bendito día metido en la tienda, sino a un dependiente que generalmente pasa de mí un kilo y medio y que de lo que tiene ganas es de que acabe su turno y le dejen disfrutar de su miserable sueldo con algo de tranquilidad. Vamos, exactamente lo que yo defino como un tendero ideal, que me deje campar a mis anchas, coger lo que me apetezca, me cobre y listos. ¿Ahora entendeis por qué me revienta el hígado sólo de pasar por delante de El Corte Inglés? Es superior a mí, me tiemblan las canillas de pensarlo. Y cuando me he visto obligada a entrar por causa de fuerza mayor mis temores se confirman en el 100% de los casos. Esa tiparraca de unos 40 y muchos pintarrajeada como si tuviera 17, que cuando le pides ayuda te ignora y cuando ni la quieres ni maldita falta que te hace se te pega a la chepa como si fuera una lapa, la tía. Esas formas chulescas y prepotentes de funcionario ministerial con escasa actividad sexual que se gastan. Ese desprecio absoluto por la comodidad del cliente, y mucho más por su satisfacción. Vamos, que no hago carrera de ellas, y mira que lo he intentado todo. Ahora, que ya pueden contar conmigo. Hemos roto relaciones para siempre, nos hemos devuelto las cartas y el anillo de mi madre, y por mí como si le pegan fuego, a mí no me pillan otra vez ni con lazo.

Así que chicos, planificad vuestras vacaciones con tiempo para llenar la despensa y hacerse con los suministros de primera necesidad un par de meses antes... (perdón, me ha dado un escalofrío) que os veo en El Corte Inglés.

La vida es maravillosa gracias a los gentiles tenderos de mi barrio, de mi ciudad, de medio Madrid, que se ponen todos de acuerdo para dejarnos tirados. Los cabrones.

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