29 febrero 2012

No sé de qué me extraño

Buenos días a todos, espero que sigáis bien :o)

¿Por qué digo esto? Porque yo ya sabía que la gente, en general, no tiene educación, ni civismo, ni vergüenza, pero cada día que pasa me doy más cuenta. Por ejemplo:

Han tenido que volver a poner en los paneles de avisos del metro la frase "Dejen salir antes de entrar", porque eso, que es de sentido común, a la gente no se le ocurre. A la que se abre la puerta la gente se tira dentro del vagón como si hubiera un premio por conseguir un asiento, impidiendo a los que quieren salir en acceso al andén. ¡¡So buitres, dejad que la gente salga y luego os matáis si queréis por el asiento!!

Otro más. en esta última semana y en contra de mi costumbre -con lo cinéfila que yo era- hemos ido dos veces al cine. La primera, unos críos ya mayorcitos no dejaban de hablar, ronchar comida, dar patadas en el asiento, hablar continuamente... Cuando les pedimos educadamente que se callaran no sólo no lo hicieron, sino que se dedicaron a hacer todo el ruido que podían desde ese momento en adelante, y esto con sus papás al lado, que por cierto, me miraban como si les estuviera pidiendo que me recitaran el Mío Cid entero. Tres filas más abajo, aún se oía a la simpática familia exponer sus opiniones acerca del desarrollo de la película. Y por supuesto, aplaudieron cuando se acabó. Señores, para no hacer más el ridículo se lo digo: EN EL CINE, AUNQUE APLAUDAS, LOS ACTORES NO TE OYEN. NO es el Circo, es una proyección.
Y la segunda vez fue mejor todavía: algún tarado -unos cuantos, a juzgar por el bullicio- llevaron a sus infantes de menos de dos años a ver una película incuestionablemente fuera de alcance para esa edad. Los críos se aburrían y los progenitores, en lugar de pensar en su prole y marcharse de allí y llevar al niño a lago que sí le divierta, se quedaron plácidamente sentados en sus butacas mientras el bebé correteaba escaleras arriba y abajo. Pero aquí no acaba la cosa: otros concienciados padres decidieron seguir el mismo ejemplo con sus aburridos hijos, y les dejaron total libertad para que corrieran y saltaran, jugaran a indios y vaqueros (esos momentos de tensión con los pequeñajos gritando "PIUNNN, PIUNNN), y todo el mundo inalterable, como si fuera lo más normal ver en una sala de cine un grupo de niños montando ruido mientras sus padres se desentienden.

Conclusión: no vuelvo a ir hasta que el ganado que llamamos "espectadores" aprenda a diferenciar la sala pública de un cine del salón de su casa.
Yo creo que no es por la piratería por lo que se hace menos taquilla, sino por la ausencia de acomodadores, y las libertades que se toma la gente como consecuencia de ello.

 La vida es maravillosa... cuando el personal se deja la ausencia de modales en su domicilio.


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