Buenos días después del puente ;o)
Me he dado cuenta por un par de amigos que es tiempo de pasar página, cada uno en lo que le hace daño. ¿No has sentido nunca el peso de una losa cargado en tu espalda? Yo tengo la convicción de que todo lo que vivimos lo echamos en una mochila virtual que todos llevamos cargada a la espalda. Hay mochilas muy ligeras, de gente que sólo mete lo imprescindible y que el resto lo va dejando por el camino; las hay vacías, porque quien la lleva no sabe aprovechar la experiencia y siguen vacías casi toda su vida; las hay llenas a rebosar, pero livianas como plumas porque en ella se atesoran sólo los buenos momentos; y también las hay llenas de plomo y morralla, como la mía y la de la mayoría de la gente.
Yo tomé conciencia hace poco de la de mierda que llevaba a cuestas porque casi no podía avanzar, era una sensación física de carga la que tenía que estaba siempre agotada. Abrí la mochila y descubrí que la tengo llena de libros, todos empezados y cada uno por un capítulo diferente. El anuario del colegio, que pesaba como un muerto; el libro autobiográfico que nunca escribiré, relleno hasta el primer tercio del total pero de escritura tan apretada que hay cosas que ni se leen; la lista de ligues y novios que en la historia han sido, que estaba rota, medio quemada y apolillada, pero que el trozo que quedaba estaba fundido en plomo; el Libro de los Vivos, donde está todo lo que hay que saber de mi familia y ascendentes, muy grueso pero tan ligero como un folleto; La Aventura del Saber, que llevaba muy avanzado y llevo años sin retomar; el diario donde cuento todas estas cosas, que hasta parece que aligeraba la mochila; el álbum de fotos de la infancia de mi hija, casi lleno, y el de mis fotos de pareja primero, de familia después. Estos dos ejercen de contrapeso, son para equilibrar. El de los amigos que tuve y perdí, casi ilegible, y el de los que conservo, de cristal pulido pero casi tan ligero como el de mis padres y abuelos. La vida laboral, que es el Libro Gordo de Petete, de 586 kg de peso en canal, y el de los proyectos que espero llevar a cabo algún día, que es apenas un cuadernillo y no me ocupa casi nada. Además llevo una lista de cosas que tengo que terminar, que afortunadamente voy revisando de vez en cuando y que no me ocupa mucho.
Con todo esto, me di cuenta de que así no podía seguir. Agarré la biografía y pasé una página; el de los novios directamente lo tiré en una papelera del camino y qué alivio, oye; del de los Vivos arranqué un par de capítulos que estaban en blanco sobre negro, y quedó mucho mejor; de los otros no puedo revisar mucho, porque ahora mismo los estoy escribiendo, y de mi Vida Laboral aún no puedo pasar la hoja. Al del colegio le pegué fuego. Así y todo, aunque llevo bastantes cosas dentro de mi mochila, pesa la mitad. Ya puedo seguir adelante.
Casi me olvido. Están los poemas que escribí y no publiqué, y los que aún no he escrito:
Todos tenemos heridas,
las de unos son visibles,
en otros están escondidas.
Hoy la vida para mí es más fácil de vivir, el camino está más verde y el aire más fresco. No hay nada como hacer limpieza ;o)))
La vida, sin duda alguna, es maravillosa.
05 noviembre 2007
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