19 octubre 2006

De animales y hombres

Hoy toca recuperar la sensibilidad medioambiental. No sé tú, pero a mí me duele muchísimo cuando se meten con los animales. Estos días con lo de la suelta de los visones en las granjas gallegas lo estoy pasando mal de verdad, porque todos sabemos -menos los anormales a los que se les ha ocurrido la gracia- que son bichos de granja, que están acostumbrados a vivir del Hombre y que no saben ni buscar su propio sustento. ¿Qué creían esos descerebrados, esos ignorantes, que iba a pasar con ellos? ¿Acaso creían que el monte puede dar de comer a 6000 nuevos inquilinos que vengan de golpe como si tal cosa? Hombre, que el ecosistema gallego pobre no es, pero está clarísimo que en este caso se veía venir, que son animales que no saben cazar y estaban condenados a muerte, como así ha sido. Creo que han recogido el 85% ya, atropellados o muertos por inanición. Mira qué gran gesto de los listos que los han soltado.

De verdad que en casos como este me sale la vena radical, es que a esos bastardos cuya crueldad sólo supera su estupidez, los tenían que encerrar en la cárcel más chunga y tirar la llave. Pero ¿qué les habían hecho a ellos los pobres visones para exterminarlos de ese modo?

Me vienen a la cabeza esperpénticas historias como la de hace unos años, cuando un grupo de "ecologistas" similar a éste entró en un refugio para perros en Cataluña y organizó un horror que todavía recuerdo, por mucho que me haya intentado olvidar del asunto. Los que todos los años abandonan perros, gatos, sueltan cacatúas amazónicas en el Retiro o cosas similares. Suerte tienen de que no sea legisladora ni jueza, porque si fuera por mí...

Y es que, plagiando a Pérez-Reverte, creo que el mundo se convierte en un lugar más triste cada vez que un animal muere, y cuando lo hace a manos del hombre sinceramente pienso que merecemos el exterminio. Pobrecitos nuestros niños, nuestros bebés -que esa es otra, ¿cómo habrá quien le pueda hacer daño a un bebé?- porque les convertimos en lo que queremos que sean, en desechos egoístas sin conciencia ni moral como somos nosotros mismos, los adultos, sus tutores, los que les metemos toda esa morralla y todo ese desprecio por los seres vivos que nos rodean en su programa mental. Y por uno que realmente respete (en general lo digo: a sí mismo, a sus semejantes, a los animales, a la vida) nos salen mil que se creen la reencarnación del caballo de Atila, que por donde pasaba no volvía a crecer la hierba. Como muestra pasaos por el Zoo, por algún parque donde haya animales, y veréis con vuestros propios ojos lo que digo. Mira que dicen bien claro que no se les moleste, que no les den de comer porquerías... Pues nada. O no sabemos leer o somos tan listos que nos lo pasamos por el forro, y luego a ver quién arregla el desaguisado. Hay en Madrid un parque temático de la naturaleza al que llevo a menudo a mi hija, porque de todos es sabido que los niños que se crían sin contacto alguno con los animales les toman miedo, y es que salgo desencajada, furiosa con el mundo y con el ser humano y echando pestes en arameo. Os explico. Hay un apartado para criaturas nocturnas que está a oscuras, en el que ponen por todos sitios que hay que mantener el silencio para no perturbar a los animales, hay un empleado que avisa antes de entrar: que se estresan los bichos, no habléis, si hacéis ruido se van a esconder y no veréis nada. Pues da lo mismo, la gente a la que entra se pone a hacer fotos con flash, a pegar golpazos en los cristales para que "les miren", a chillar entre ellos, a llamar a los niños a voces, a comentar lo feo o lo guapo que es éste o el otro, y por último a quejarse -"vaya mierda, si no se ve na, están tos escondíos". Yo me desespero, es que se me llevan los demonios. Que mi hija de tres años recién cumplidos (y la empezamos a llevar con uno) sea capaz de mantenerse en perfecto y total silencio, que comprenda los motivos por los que debe hacerlo y que cuando se vea obligada a hablar, primero nos tire de la ropa para que nos agachemos y decírnoslo al oído; y luego compararlo con la otra marabunta... es que se me quitan las ganas de volver a mirar a la cara a otro "ser civilizado". La madre que los parió, ¿no se podrán quedar en sus casas?

Los animales tienen conciencia, tienen una infinita grandeza, tienen nobleza como para lidiar con nosotros y perdonarnos una y otra vez, tienen la infinita sabiduría que a la mayoría de los Homo Insapiens nos falta. Ya que no somos capaces de comportarnos con ellos como seres racionales que se supone que somos, ya que descaradamente no estamos a su altura, ¿no podríamos, al menos, dejarlos en paz? Es una pregunta que me hago a menudo, y de solución imposible porque nos creemos amos y señores de la creación. Igual tendríamos que hacer más hincapié en que el hombre es también un animal, y por cierto, bastante torpe comparado con los otros en términos evolutivos. Que sabemos hablar, y escribir, pero para lo que decimos... Resulta mucho más fácil comunicarse con un perro, un caballo, hasta con un tigre de Bengala, que con la mayoría de los hombres que tenemos cerca. Sólo se requiere franqueza, nada más. Intenciones limpias y respeto, y ningún animal te atacará. Lo he comprobado. Les convertimos en peligrosos debido a nuestra propia estupidez y presunción.

Un poquito de respeto por nuestros compañeros de viaje en este planeta, que no es tanto pedir.

La vida es maravillosa en general, pero con ellos cerca es infinitamente mejor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero para ver animales, naturaleza y esas cosas..., de verdad, mejor a tu niña no la lleves al zoo, llévala a cualquier pueblo de esos pequeñitos de la meseta castellana, y que acompañe al pastor con las ovejas, vacas, perros y demás, que se acerque a la charca y vea saltar a las ranas... que lo que se puede ver en el zoo, casi es mejor no verlo. Es una opinión.

Gesmida dijo...

Gracias por el comentario, pero yo soy de esas personas que no tengo pueblo, qué le vamos a hacer, y buscarme uno foráneo para enseñarle las ovejas... eso ya lo tienen en el Faunia ;o) Sin olvidar que mi niña tiene tres añitos, la criatura, y los perros ajenos, por mansos que sean, ella tiene claro que son ajenos. Si es que los animales y los niños son infinitamente más listos que nosotros ;o)))))